miércoles, 15 de mayo de 2013

EL BOLERO DE RAVEL



                                         MUSICA DEL BOLERO DE RAVEL

El redoble del tambor pronuncia su sonido suave al aire, marcando el comienzo de la pieza musical clásica. Los violines le apoyan en una casi imperceptible melodía, dando entrada a la flauta que modula el ritmo de lo que será, la base musical de la obra.

Mientras espero la entrada del clarinete, me dejo llevar por la partitura inspirada en la música española, cuya frecuencia sonora relaja el ánimo. En el tiempo musical van apareciendo sucesivamente nuevos instrumentos que incrementan el volumen del bolero, aportando a la calma inicial, un espíritu de dura marcha, donde la imaginación te traslada hacía un camino largo lleno de dificultades y en el que vas avanzando con un pesado pero constante caminar, dulcificado por la maravillosa música.

Las características inspiradoras de la sinfonía, parecen marcar con su cadencia, el mismo ritmo social que actualmente vivimos; donde a una persona inicialmente comprometida, que aporta sus propios valores, sus
sentimientos, sus ideales y sus actos, se le van añadiendo a través del “tempo”, nuevos compañeros que tienen la misma melodía rítmica que él. Juntos a éstos y otros nuevos que irán apareciendo, se va articulando la orquesta que toca en pro de la sociedad, cuyos “músicos” quieren interpretarla con la mayor sensibilidad, para que las notas de los instrumentos que cada uno hace sonar, aporten al resto del auditorio público que les acompaña, el bienestar, la solución a sus problemas, la esperanza y la felicidad.

Estos intérpretes son las plataformas sociales y agrupaciones humanitarias, que cada día están en “crecendo” y tratan de auxiliar a todos aquellos  sufren, por culpa de la partitura oficial del “bolero de Ra-joy”, que tiene una tonalidad demasiado aguda, demasiado grave, llegando a unos niveles de estridencia que aturden.

Y lo peor de esta obra inacabada, es que se va repitiendo con un “ritornello” cada vez más “fortíssimo”. Esperemos que su política económica y social acabe como la composición de Maurice Ravel, con un estruendoso derrumbe total.