miércoles, 24 de abril de 2013

SAN JORGE Y EL DRAGON


Representación "Vencimiento del dragón", Alcañiz

En el allende de los tiempos, donde la fe cristiana creaba leyendas, había un dragón que atacaba una ciudad para devorar a todos los hijos de la gente humilde. Pero llegó un día donde en su insaciable voracidad, pidió que le entregasen a la hija del rey, y mientras ella esperaba resignada su destino, apareció san Jorge para defenderla. A galope de su fiel caballo blanco, cabalgó hasta la montaña mágica de la superstición donde se refugiaba la terrible fiera. En el lugar, encontró una enorme caverna desde la que, entre grandes vapores hediondos, emergía una gran luminosidad, producida por los destellos de fuego que daban las bocanadas del dragón.

Al introducirse en la misteriosa dragonera, el santo desenvainó su espada con el decidido ánimo de matar a la bestia alada, pero sorprendido comprobó que no iba enfrentarse a un solo animal, como pensó en un principio, porque allí se encontró con muchos y diferentes dragones.

Uno tenía la forma rara, como de sucursal, al que “preferentemente” le gustaba comerse a jubilados e inválidos; otro de los monstruos tenía siete cabezas, que estaban encorbatadas, con el pelo engominado,incluso una de ellas llevaba peineta y otra, una corona. En lo más profundo de la cueva, había un dragón muy mal educado, al que le acompañaba otro que arrojaba parados por su boca; un poco más oculto estaba otro en estado moribundo, porque su salud era deplorable y no tenía a nadie que le pudiera asistir. Aunque el más espeluznante, que tenía forma de caimán, dormitaba tranquilo en su “paraíso”, después de haberse saciado tras ingerir todo el dinero que le llevaban los especuladores.

Pero san Jorge, no redró ante estas fieras malignas, y con energía renovada se abalanzó con furia sobre todos y cada uno de los dragones. Y allí sigue…, peleando desde hace un largo tiempo por el bien de toda la sociedad.

En nuestra historia actual también hay muchos san Jorges que batallan “lanza en ristre”. Son aquellos que luchan por crear puestos de trabajo, aquellos que imparten verdadera justicia, aquellos que apuestan por la solidaridad, aquellos que ofrecen la igualdad de oportunidades y muchos otros, que aunque están en el anonimato: creen, esperan y confían en que la victoria llegará algún día sobre el dragón.

                                                   Viva san Jorge y viva Aragón

miércoles, 3 de abril de 2013

LA PROCESION VA POR DENTRO



El silencio de la muchedumbre retumbaba en los tímpanos, haciendo crecer la emoción de los sentidos. A cada sílaba muda que pronunciaban en la procesión, a unos les iba aportando más fe, a otros, admiración, los más, sentían que estaban viviendo y percibiendo algo sublime, algo mágico, algo que conmocionaba la mente, por el sencillo hecho del mutismo obligado de aquellos que iban marchando por la angosta calle en un respetuoso orden, tan solo roto por el eco lejano del enérgico redoble del tambor. Luego, apareció la
imagen del dolor cargada sobre los hombros del pueblo, la mortificación que sufrían sus porteadores embargó a todos los que la contemplaban, los cuales se solidarizaban con su esfuerzo, creyendo ver en aquel ánimo, una penitencia más que debe soportar la gente ante las dificultades de la vida diaria.

Al llegar a la plaza, el aroma de la montaña afloró ante la luz intensa de la luna, fue entonces cuando la multitud se paralizó, el denso silencio angustió sus gargantas y excitó sus ojos; solo el timbal se atrevió a  desafiar a todos para marcar el camino, haciendo que ellos se miraran y de la mutua contemplación, apareció el hechizo del amor maternal.

Ya nada podía hacer ella por él, solo le quedaba el recuerdo de los años vividos a su lado y de aquellos donde le seguía sus pasos, orgullosa de su lucha por los más humildes, de su capacidad para calmar las carestías de aquellos que tenían hambre, de educar a los más necesitados y de sanar a los que estaban enfermos.

Y ahora, ese génesis ilusionante que procuraba alcanzar la igualdad social lo han crucificado, con su declive ha vuelto inexorablemente el caudillismo, el yugo de los poderosos y la diferencia de clases, todo en aras del estandarte de la resurrección.

Con ello han favorecido que los mercaderes vuelvan al templo en forma de privatizaciones, que se confunda el lavado de pies de un político que sirve al pueblo con lavado de dinero del corrupto, que ya nadie crea en los milagros del desarrollo, que no se encuentre a un buen samaritano, que la cruz se la hayan dejado fija al pueblo.

Solo nos queda señalar en esta historia, aquellos que nos hacen sufrir este calvario, son esos mismos que negaron más de tres veces que lo conocían, los que se lavaron las manos, los que ya sabían “de sobre” quien los iba a entregar, porque el traidor era una vez más,…el tesorero.
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