Representación "Vencimiento del dragón", Alcañiz |
En el allende de los tiempos,
donde la fe cristiana creaba leyendas, había un dragón que atacaba una ciudad
para devorar a todos los hijos de la gente humilde. Pero llegó un día donde en
su insaciable voracidad, pidió que le entregasen a la hija del rey, y mientras
ella esperaba resignada su destino, apareció san Jorge para defenderla. A
galope de su fiel caballo blanco, cabalgó hasta la montaña mágica de la
superstición donde se refugiaba la terrible fiera. En el lugar, encontró una enorme
caverna desde la que, entre grandes vapores hediondos, emergía una gran
luminosidad, producida por los destellos de fuego que daban las bocanadas del
dragón.
Al introducirse en la misteriosa
dragonera, el santo desenvainó su espada con el decidido ánimo de matar a la
bestia alada, pero sorprendido comprobó que no iba enfrentarse a un solo animal,
como pensó en un principio, porque allí se encontró con muchos y diferentes
dragones.
Uno tenía la forma rara, como de
sucursal, al que “preferentemente” le gustaba comerse a jubilados e inválidos;
otro de los monstruos tenía siete cabezas, que estaban encorbatadas, con el
pelo engominado,incluso una de ellas llevaba peineta y otra, una corona. En lo
más profundo de la cueva, había un dragón muy mal educado, al que le acompañaba
otro que arrojaba parados por su boca; un poco más oculto estaba otro en estado
moribundo, porque su salud era deplorable y no tenía a nadie que le pudiera
asistir. Aunque el más espeluznante, que tenía forma de caimán, dormitaba tranquilo
en su “paraíso”, después de haberse saciado tras ingerir todo el dinero que le
llevaban los especuladores.
Pero san Jorge, no redró ante
estas fieras malignas, y con energía renovada se abalanzó con furia sobre todos
y cada uno de los dragones. Y allí sigue…, peleando desde hace un largo tiempo
por el bien de toda la sociedad.
En nuestra historia actual
también hay muchos san Jorges que batallan “lanza en ristre”. Son aquellos que
luchan por crear puestos de trabajo, aquellos que imparten verdadera justicia,
aquellos que apuestan por la solidaridad, aquellos que ofrecen la igualdad de
oportunidades y muchos otros, que aunque están en el anonimato: creen, esperan
y confían en que la victoria llegará algún día sobre el dragón.
Viva san Jorge y viva Aragón