La nostalgia produce en ocasiones momentos de felicidad, por ello,
nos aferramos a recordar situaciones que en el pasado hicimos en nuestra vida y
que son para la memoria un grato recuerdo. Motivados por todo esto, organizamos
una reunión de todos los compañeros que estudiamos en Teruel, destino primero,
el Santuario de la Virgen de la Balma.
Comenzamos nuestro viaje de
“peregrinación particular”, como antiguamente hacían todos los 8 de
septiembre
muchas de las gentes devotas del Bajo Aragón y en el camino, pasamos por el
lugar donde se quiere realizar el camuflado pantano y que curiosamente, ha
supuesto que se quiebre uno de sus pilares antes de construirse. (dimisión alcalde de aguaviva)
Luego seguimos
por la ribera espectacular del Bergantes, donde las rocas hacen desdén de
poderío sobre el que las contempla y donde el río circula tranquilo, pero con
la “libertad provisional” que le concede su familiar más cercano que es “la
riada”. Y cuando lo angosto se hace
ancho, cuando la muralla natural da paso a
la fortaleza, allí está la ermita, escondida en su cueva, en un nido majestuoso
de piedra, esperando cobijarte, para concederte la belleza natural que desde su
atalaya puedes contemplar.
La fe de nuestros antepasados
hacía que fuesen a la Balma a librarse de sus demonios y a esperar curaciones
milagrosas. Y en la sala donde los nigromantes hacían su “agosto” con la gente
crédula y humilde, nos sentamos en junio todos los amigos alrededor de una
mesa, para sacar a la luz aquellos recuerdos que albergábamos y que hicieron “sanar”
nuestro interior a través de la conversación, la cual, inevitablemente sacó
también los “demonios” que actualmente nos acechan del paro y la corrupción,
por lo que se propuso: que no estaría demás, que la Virgen hiciese una visita
por esta España para librarnos de todos.
En esta entrañable “romería” que nos organizaron
desde Abenfigo, pudimos disfrutar también de la ermita del Llovedor, donde la
montaña y el agua hacen una entrañable pareja de amor, contemplados desde lo
alto por el virtuosismo del castillo templario.
Pero los sueños del pasado, no se
desvanecieron en la despedida, quedaran aún más latentes por la impronta que
les ha dado el poder disfrutar de los hermosos paisajes de nuestra tierra.