miércoles, 20 de noviembre de 2013

SAN MARTIN


                              


La figura funesta del recaudador de impuestos, volvía hacer su aparición en cada uno de los pueblos del Bajo Aragón a primeros de noviembre, después de haber recogido durante todo el año los diezmos y primicias que le correspondía a la Orden de Calatrava, sobre toda clase de derechos que tenía en cereales, aceite, vino, ganados, azafrán, etc. Este colector local recogía de manos del concejo, una tributación fija
llamada “pecha” que aportaba el pueblo, así como las cargas que tenían sobre los molinos de aceite o de trigo, además de los arriendos que se efectuaban sobre tierras de labor cuya propiedad correspondía a la Orden. La entrega de los diezmos y demás prebendas, se hacía afectiva como norma, el día 11 de noviembre festividad de san Martín.

Lo recaudado en los diezmos, no era igual para todos los frutos, ya que cada uno tenía un gravamen diferente. El cereal si que era “uno de cada diez”, pero por ejemplo el aceite, tan importante en la economía familiar, tributaba “uno de cada dieciséis”. Luego con los productos se hacía una repartición bastante compleja de la que era participe el comendador, la primicia para la iglesia, el arcipreste, el arcediano, el arzobispo y el administrador.

Como ya los males de los administradores viene de lejos, estos tenían la fama de quedarse con parte de lo que recogían, sin que el superior al que le tenían que entregar las rentas, se enterase de la sisa. Esto mismo es lo que argumenta el Partido Popular con su gestor de cuentas, pero la diferencia es que ellos si sabían de las artimañas que se realizaban en los despachos.

 Ahora se arguye que el dinero donado por los empresarios no tenía nada que ver con las contrataciones, entonces quiere decir que se entregaba como “pecha” para complacer al “comendador” y que curiosamente pagaban los “diezmos” antes de recoger las “cosechas”.

Después de ver todas estas malversaciones que han hecho con los verdaderos “diezmos” que pagamos el pueblo trabajador a la “Encomienda Mayor” de la Agencia Tributaria y que deben servir para la mejora del estado del bienestar, solo nos cabe esperar en el buen hacer de la justicia, para que a todos estos corruptos que han desvalijado el país y se han enriquecido a costa del erario público, les llegue pronto el popular proverbio de San Martín.
                                      El cerdo murciano no temía a San Martín

No hay comentarios:

Publicar un comentario