martes, 17 de diciembre de 2013

EL GARCHO



La Cañada de Verich, año 1915
Apareció en la plaza del pueblo ataviado con su sombrero negro, que le caía de medio lado, con una chaquetilla corta sobre la que se enfundaba la faja y en la que se apreciaba un bulto con la forma de su pistola. Tenía el “Garcho” la mirada fría, el andar cansino, y la voz recia. Destacaba en su semblante, unas cicatrices que le hicieron en la Guerra de Marruecos, a la que se fue, porque hizo el servicio militar obligatorio, para librar al hijo de un rico del pueblo, todo a cambio de una importante cantidad de dinero.
A su vuelta, fue aclamado como el héroe local, porque llegaron las noticias de sus actos de valor ante el enemigo. Su fama, le hizo prometerse con la hija del cacique, con la que consiguió fortuna y de esa manera, se hizo el dueño del pueblo, al que sometió con tiranía y maldad.

En el cenit de su poder, se asoció con tres compañeros para montar un molino de aceite, que con el paso del tiempo, les proporcionó buenos ingresos. Hasta que al finalizar una campaña, desapareció con todo el dinero de la empresa.

Luego se dirigió al puerto de Valencia para embarcar rumbo a América.
Desde allí escribió una carta a su mujer para que se fuese con él; pero ella declinó su proposición, por temor a que la tirase por la borda en mitad de la travesía.

Si fuese en estos tiempos, este aprovechado gestor no destacaría su presencia en Valencia, ya que los señores que han gobernado durante años esa comunidad, han realizado todo tipo de despilfarros con el dinero público, cuyas consecuencias más actuales es el cierre de Canal 9.

Un canal, que en el Bajo Aragón, hace unos años era muy seguida su programación, por sus películas, sus concursos y especialmente, el hombre del tiempo, del que se decía, que “era el que más acertaba”.
Pero lamentablemente, vuelven a pagar esos desmanes los trabajadores, que se quedan sin su empleo. Todo por culpa de los excesos cometidos por un poder sin escrúpulos  y de cuyos actos infames no se avergüenzan, ni aún siendo imputados o condenados, como el mismo Carlos Fabra.


Estos “Garchos”, son el símbolo máximo de la corrupción, que tanto nos indigna a todos los ciudadanos. Esperemos que en las próximas elecciones, a todos los políticos que han hecho “las Américas”, la fuerza de los votos, consiga tirarlos, metafóricamente, por la borda.
 


miércoles, 20 de noviembre de 2013

SAN MARTIN


                              


La figura funesta del recaudador de impuestos, volvía hacer su aparición en cada uno de los pueblos del Bajo Aragón a primeros de noviembre, después de haber recogido durante todo el año los diezmos y primicias que le correspondía a la Orden de Calatrava, sobre toda clase de derechos que tenía en cereales, aceite, vino, ganados, azafrán, etc. Este colector local recogía de manos del concejo, una tributación fija
llamada “pecha” que aportaba el pueblo, así como las cargas que tenían sobre los molinos de aceite o de trigo, además de los arriendos que se efectuaban sobre tierras de labor cuya propiedad correspondía a la Orden. La entrega de los diezmos y demás prebendas, se hacía afectiva como norma, el día 11 de noviembre festividad de san Martín.

Lo recaudado en los diezmos, no era igual para todos los frutos, ya que cada uno tenía un gravamen diferente. El cereal si que era “uno de cada diez”, pero por ejemplo el aceite, tan importante en la economía familiar, tributaba “uno de cada dieciséis”. Luego con los productos se hacía una repartición bastante compleja de la que era participe el comendador, la primicia para la iglesia, el arcipreste, el arcediano, el arzobispo y el administrador.

Como ya los males de los administradores viene de lejos, estos tenían la fama de quedarse con parte de lo que recogían, sin que el superior al que le tenían que entregar las rentas, se enterase de la sisa. Esto mismo es lo que argumenta el Partido Popular con su gestor de cuentas, pero la diferencia es que ellos si sabían de las artimañas que se realizaban en los despachos.

 Ahora se arguye que el dinero donado por los empresarios no tenía nada que ver con las contrataciones, entonces quiere decir que se entregaba como “pecha” para complacer al “comendador” y que curiosamente pagaban los “diezmos” antes de recoger las “cosechas”.

Después de ver todas estas malversaciones que han hecho con los verdaderos “diezmos” que pagamos el pueblo trabajador a la “Encomienda Mayor” de la Agencia Tributaria y que deben servir para la mejora del estado del bienestar, solo nos cabe esperar en el buen hacer de la justicia, para que a todos estos corruptos que han desvalijado el país y se han enriquecido a costa del erario público, les llegue pronto el popular proverbio de San Martín.
                                      El cerdo murciano no temía a San Martín

martes, 29 de octubre de 2013

LA GRAMOLA




En la solidaridad que produce la radio durante la noche, con programas donde las inquietudes de cada uno pueden ser compartidas, hay uno donde los oyentes pueden solicitar aquella canción que significa algo en su
vida y que quieren compartirla con los demás, también expresan mediante cartas que envían, sus propias historias particulares para ser leídas ante las ondas. El programa se titula “La gramola”, ese aparato eléctrico que estaba en los bares de nuestros años jóvenes, donde introduciendo una moneda podías elegir la canción que a cada uno más le gustase.

La verdad es que resulta grato recordar ese equipo musical, con el que nos entreteníamos, repasando cada uno de los títulos de los discos que había, hasta encontrar el que más nos gustaba y ver su número, para luego, meter “el duro” y a continuación, después del ruido que producía la maquinaría buscando la pieza seleccionada,  comenzaba la canción.

Con el paso de los años desaparecieron, y eran los dueños del local los que ponían la música que ellos mismos elegían, buscando los gustos generales de los clientes, eso si, el dinero de la gramola, lo incluían en la consumición.

Algo parecido ha ocurrido en la política actual con el pago de nuestros impuestos, que deberían utilizarlos para lo que diariamente “consumimos” y para “escuchar la canciones” que más nos gustan, como son los de
una educación gratuita para todos y una sanidad pública de calidad. Pero este gobierno se está empeñando en volver a ponernos “la gramola”, para que todo aquello que necesitamos conseguir del estado del bienestar, lo alcancemos introduciendo monedas, es decir volviendo a pagar.

Luego, los ciudadanos indignados llaman a su “emisora de radio”, que en este caso es la administración, explicando sus preocupaciones o sus reivindicaciones sociales, y ellos hacen caso omiso de las demandas y siguen poniendo la “música” que quieren y más les gusta a sus mejores clientes, como son la banca y las grandes corporaciones a las que les adjudican las privatizaciones, y que solo buscan, que por las ranuras insaciables de sus “gramolas” particulares, siga entrando el dinero de todos.

NO A LA LEY WERT! NO A LA SUBIDA DE TASAS! ESCUELA PÚBLICA, LAICA, GRATUITA Y DE CALIDAD PARA TOD@S

lunes, 28 de octubre de 2013

SOBRE RUEDAS




Iba caminando por las calles abarrotadas de gente, donde el ruido compartía lecho con la noche y me resultaba agradable el ver la emoción que nuevamente trasmitían las motos a todos los transeúntes que: entre absortos e ilusionados, las contemplaban. 

Un año más había llegado el Gran Premio de Aragón,  y con él, todo su séquito de seguidores que le acompañan,  los cuales saben ambientar de una manera especial todos los rincones de la ciudad y por ende, de muchos lugares de la comarca bajoaragonesa. Allí están ellos con sus brillantes máquinas multicolores, con sus trajes reforzados, con los tubos de escape dando “gas a tope” y soltando incluso, palomitas de maíz, o como se decían dos pequeños: ¡vamos corriendo que están las motos quemando rueda!

http://www.youtube.com/watch?v=OfnMEt5fO9s
YOUTUBE ALCAÑIZ 2013
En éste frenesí de emociones compartidas, ellos se sienten cómodos siendo admirados y los demás, sentimos un orgullo especial al verlos, porque el que vuelvan otra vez significa que por fin, en una tierra donde desde siempre las oportunidades habían sido pocas o pasaban de largo, se ha sabido consolidar un proyecto muy importante, ya que la inercia de la velocidad que producen sus motores, sirve para apuntalar una frágil economía, pero también sirve para promocionar los valores patrimoniales inherentes de cada pueblo, para ponerlos en valor y poder disfrutarlos con el turismo durante el resto del año.
Para alcanzar este éxito, todos han puesto su grano de arena para conseguirlo, pero pronto saldrán las columnas de los políticos de costumbre anotando que son los únicos “valedores” de Motorland. Pero es de justicia el plasmar que el mayor de los méritos es, de todo el pueblo de Alcañiz, que siente y colabora como nadie en este tipo de eventos. Sin su ilusión, su fervor, su devoción por todo lo referente a las carreras de coches o motos, cualquier inversión hubiese sido baldía.