La libra giraba sobre si misma,
presionando a través de los cuatro maderos que hacían de palanca, en la
pila de capazas donde se depositaba la sansa de las olivas. Ante tanta
presión, el aceite manaba de su interior como llorando, por el enorme
dolor que se le infringía sobre la moltura, aumentado aún mas, por el
agua hirviendo que le derramaba por encima el molinero.
Mientras contemplaba absorto esta
operación un pequeño muchacho, que acompañaba a su tío, que era el
sastre del pueblo y administrador del molino, entró un comprador de
aceite venido de los pueblos de la sierra.
El gerente, le acompañó a las distintas salas donde de manera gradual se guardaba el preciado alimento y le fue mostrando los distintos tipos de aceite que tenían. Después de numerosas catas, no parecía agradarle ninguna de ellas, por lo que el vendedor determinó llevarle hasta el depósito que tenían más apartado, con el aceite que se filtra en la balsa dels fulls, que es el último que se recoge por decantación y se utilizaba para hacer jabones. Al probarlo, le pareció excelente y dijo: "este tan bueno, si que lo tenían escondido", a lo que el sastre le contestó con picaresca: "tiene razón, pero éste, le costará más caro,..".
Actualmente la balsa del fulls, es la balsa o patera que utilizan los desesperados subsaharianos, como ultimo recurso en sus vidas, para poder sobrevivir y salir a flote. En estos días pasados los hemos visto aparecer como el aceite, nadando sobre el agua, para alcanzar un nuevo mundo lleno de oportunidades que les ha generado su desesperación y que "tan caro les cuesta", muchas veces incluso con su propia vida.
Porque esta vez, se encontraron con una nueva frontera sur, que la marca sorprendentemente la línea verde de los uniformes de la guardia civil. Se encontraron con una frontera que les lanza pelotas de goma, no como flotadores, si no como medida disuasoria y antihumana. Se encontraron con una frontera que los aplastó, como la prensa de viga hacía con las olivas.
Este problema fronterizo no tiene justificación y se enmarca dentro de la política de "que todo vale, porque no hay suficiente aceite para todos", porque es el método habitual que utilizan siempre para justificarse con los recortes, con las subidas de la luz o con la merma de los derechos de los trabajadores.
Habría que recordar ahora de nuevo, las palabras del Papa Francisco, cuando rezó y lloró por aquellos inmigrantes que habían muerto en Lampedusa, huyendo de la pobreza, del hambre, de las guerras, de la persecución... donde dio un importante toque de atención sobre este drama, con el que por desgracia, nos hemos habituado a convivir.
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