martes, 11 de noviembre de 2014

EL PICARO




Recuerdo, que en la escuela, una de las materias que nos enseñaban era, los autores clásicos de la novela española. Cuando el maestro las explicaba, una de las obras que a todos nos llamaba mucho la atención era, “El Lazarillo de Tormes”. En cuanto comenzaba la lectura del libro, todos los pequeños atendíamos absortos a los relatos que nos iba narrando de la vida de éste pícaro, que tuvo que desarrollarla entre el ciego, el clérigo, el bulero o el hidalgo, entre otros y las argucias que utilizó para sobrevivir.

Este pícaro o los picaros, son personas ladinas y sagaces, que viven al margen de los códigos de la honra y del honor; su aspiración es mejorar su condición social y para ello, recurren a su astucia y a procedimientos ilícitos como el engaño, la estafa o el fraude, para conseguir sus fines.

Lamentablemente, en su tiempo de juventud, muchos escolares debieron aprender bien esta lección y al hacerse mayores, vieron las posibilidades que había de ganar dinero fácil, instalándose en la política
española. Estos nuevos pícaros, han conseguido con el paso del tiempo, hacer a sus homólogos del siglo XVI: ingenuos, cándidos o incautos, comparados con los nuevos sátrapas, pillos, bribones, granujas o tunantes, que hoy, vestidos con traje y corbata de las mejores marcas, han saqueado las arcas públicas, sin ningún tipo de miramiento. Incluso, algunos de ellos, han tenido la osadía de dar lecciones de moralidad en conferencias, debates y tertulias.
 ¡Es increíble¡ la cara dura de estos personajes. 

Y mientras tanto, el gobierno del PP, no sabe, no contesta, no quiere debatir, y no contento con todo ello, a sus excompañeros condenados, como el “pícaro” Jaume Matas, le concede un tercer grado penitenciario, sacándolo de la cárcel.
¡Alucinante!.

Con todo ello, “Podemos” encontrarnos, con estos nuevos pícaros de “nueva generación” que con sus argumentos solidarios, sus planteamientos económicos indefinidos, sus “picardias” mediáticas y amparados, en la ceguera que aparenta tener y las bulas que concede el Partido Popular, lleguen a conseguir sus tan ansiados fines políticos.

Aunque luego nos puede ocurrir como al ciego, que confiando en el Lazarillo para atravesar el río, nos conduzcan a golpearnos contundentemente con el “poste de la realidad”, para posteriormente, abandonarnos en la penuria, por no poder cumplir con sus propuestas.

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